jueves, 25 de abril de 2013

Cuentos para la diversidad: Luci


Hola, me llamo Luci. Tengo cinco años, el pelo muy rizado -como un estropajo, dicen Julia cuando no me lo puede desenredar- y los ojos muy grandes - como dos lunas, dice Ángela acariciándome las cejas. Vivo con mis dos mamás, Julia y Ángela, y con mi gata Miau. También tengo un oso de peluche, Bomba, que duerme conmigo. Cuando se aburre, Miau se pelea con Bomba y ruedan por el suelo. Siempre gana Miau, claro. Julia es traductora y trabaja en casa, rodeada de libros. Es quien me lleva al cole, me recoge, me baña y me corta las uñas. Si me porto bien, me hace para merendar sándwich de Nocilla. Me encanta el chocolate. Ángela es azafata y pasa muchos días fuera, viajando. Cuando vuelve siempre me trae un regalo. A veces es una muñeca, para mi colección de muñecas de porcelana. Pero aunque me gustan mucho los regalos, el mejor de todos es tenerla a ella con nosotras. Julia ha pintado en el techo de mi cuarto un mapa del Mundo. Así, cuando Ángela no está, miramos juntas el techo tumbadas en la cama y nos imaginamos dónde estará ella volando. Antes de dormirnos le mandamos un beso cada una. Ella dice que los recibe allí, en el avión, a veces mientras sirve un zumo de naranja. Los pasajeros la miran y no saben por qué, de repente, se pone tan contenta. Y luego, a escondidas, nos manda otro para nosotras. Los fines de semana que Ángela está en casa, me meto con ellas en la cama al despertarme y jugamos a hacernos cosquillas. Las tres nos reímos a carcajadas y Miau nos mira enfadada porque a ella no la dejamos subirse a la cama. Lo llena todo de pelos.

Algunas personas piensan que es muy raro tener dos mamás. Pero yo
creo que tener dos personas que te quieran tanto es… ESTUPENDO.

Cuentos para la diversidad: Una familia diferente


"Aquella mañana había amanecido con otra luz. Después de varios
días grises y lluviosos el sol invitaba a salir, a sentir el viento en
la cara, a mirar el mundo con otros ojos.
Así que el pequeño Sebastián y su padre decidieron ir a dar un paseo
fuera de la ciudad, buscar un lugar amplio y verde en el que jugar.
El papá, conduciendo, y Sebastián, con su balón sobre las rodillas, iban
con la mirada atenta a la carretera.
De pronto, sin saber por qué, Sebastián recordó un comentario que
había escuchado el día anterior y que no acababa de entender. Así que
trató de aclarar aquello con su padre.
–Papá, ¿qué significa “una familia diferente”?
–¿Una “familia diferente”? Mm… pues, no sé, puedes ser muchas
cosas. Para nosotros, por ejemplo, una familia en la que el padre es
chino, la madre es africana y los hijos tienen rasgos del padre y otros de
la madre.
–¿Y cómo es esa familia?
–Como cualquier otra. Digamos que es una buena familia. Se quieren
mucho, a veces tienen sus problemas, pero siempre tratan de ayudarse…
y pongamos que en esa familia a todos les encanta ir juntos al cine
a ver películas de aventuras.


Sebastián se quedó un momento pensando, recordando el comentario
de aquella persona mayor en el mercado, bastante cotilla, por cierto:
“Ya ves, ésos son una familia diferente…”
Cuando el pequeño coche rojo en el que iban, acabó de adelantar a un
camión, el pequeño insistió:
–¿Y cómo sería otra “familia diferente”?
–A ver, una en la que hay dos mamás con una hija. Son una buena
familia, se quieren mucho, a veces pueden tener su problemas pero
siempre tratan de ayudarse… y a las tres les gusta mucho ir al campo y
hacer caminatas con gente amiga hasta que ya casi se pone el sol.
–¿Y otra “familia diferente”?
–Veamos… Una con dos papás y tres hijos. Son una buena familia, se
quieren mucho, a veces tienen sus problemas pero siempre tratan de
ayudarse… y, por ejemplo, se lo pasan en grande cada vez que van a la
playa, a casa de los abuelos Rosa y José.
–Otra –pidió Sebastián.
–Bueno, una en la que el padre y la madre creen en Dios, pero cada uno
cree que ese dios es de una manera distinta.
–¿Y los hijos?
–Pues algo curioso… ¡Los hijos ni siquiera están muy convencidos de
que exista ese dios todopoderoso! Por supuesto, pese a esas diferencias,
son una buena familia, se quieren mucho, a veces tienen sus problemas
pero siempre tratan de ayudarse… y a todos les gusta ir cada fin de
semana al parque del barrio donde coinciden con algunos vecinos.
–Otra, Papá –dijo Sebastián con una sonrisa–. Otra “familia diferente”.
–En ésta hay una mamá y una hija. Pero la mamá de pequeña había
sido un niño, ¿sabes? Un niño que de mayor no quiso ser hombre,
quiso ser mujer. Y después de convertirse en mujer, decidió ser mamá.
Son una buena familia, ellas se quieren mucho, a veces tiene su s problemas
pero siempre tratan de ayudarse… y a las dos les fascina ir a la
heladería de Don Domingo a tomar juntas unos helados de fresa y chocolate.
Y así siguieron durante el resto del camino, como si se tratase de un
juego. Uno preguntando, el otro respondiendo, iban descubriendo que
aquello podía no tener fin. Cada vez encontraban más y más “familias
diferentes”.
De pronto, Sebastián se quedó callado durante unos segundos. El
coche, que ya era una manchita roja en medio de una gran pradera,
subía por un viejo camino sin asfaltar. El niño miraba silencioso cómo
los pájaros volaban de una ramas a otras mientras sonaba de fondo el
crushcrumcum de los neumáticos mordisqueando la tierra.
–Y dime, Papá, –soltó por fin– ¿nosotros también somos una “familia
diferente”?
–Mm… claro, ¿por qué no? Me imagino que todas las familias tenemos
algo que nos diferencia de las demás. Aunque creo que lo más
importante es eso que nos hace ser familia, y no tanto aquello que nos
hace ser diferentes, ¿no te parece?
Unos instantes más tarde, el coche se detiene. El sitio se parece bastante
a lo que habían estado buscando. Inmediatamente, Sebastián y su
papá corren, gritan, se divierten juntos. El balón ya rueda feliz sobre la
hierba húmeda.
No muy lejos de allí, otras familias diferentes encuentran la misma alegría.
La misma risa bajo el mismo cielo."

                                                                       Sergio Zeni Beni

Cuentos para la diversidad.- Bodas en regaliz

"Érase que se era
Una hermosa granja en las afueras
Perros y gatos
Quesos y ratones
Lombrices y perdices
Vivían todos muy felices.
Catalina la gallina tenía muchas amigas
En especial hermenegilda, la tortuguita más linda.
Cuando salían a pasear
Catalina madrugaba
Muy guapa quería estar
Bolsito y zapatitos de tacón
Lazos de colores y un bonito cinturón.
Si Hermenegilda se retrasaba unos minutos
Catalina nerviosita se ponía a pensar:
“ Pero dónde estará mi linda?
¡Se vuelve a retrasar!
¡Hay que ver Hermenegilda la lata que me das! “
Así pensando estaba
Cuando la vio aparecer
Todita engalanada
De la cabeza a los pies
Tan guapa estaba
Que Catalina no se pudo aguantar
¡Dime que sí Hermenegilda!
¡Que conmigo te vas a casar!
Hermenegilda ilusionada no se pudo negar.
De blanco las dos se casaron
En el centro del corral.
Todo parecía un sueño
Porque vino hasta el dueño.
Fue otro día feliz
En la granja Regaliz."

Para niños a partir de 3 años. Incluso se lo pueden
aprender como una poesía o canción: la
rima le da musicalidad.

Fátima Verona Martel