domingo, 1 de diciembre de 2013

El SIDA y el tabú de la educación sexual en los centros escolares

Amando Vega Fuente (Universidad del País Vasco)

"El profesorado no puede permanecer al margen de un problema que afecta a toda la sociedad, y menos, cuando existen niños y niñas con el virus del SIDA dentro de las escuelas. Por otra parte, uno de los grupos más vulnerables es el de la juventud. Si la escuela tiene como misión promover el desarrollo de todos y cada uno de los individuos de nuestra sociedad, esta institución tiene ante el problema del SIDA una grave responsabilidad a la que no puede renunciar. 
Son dos las tareas básicas: actuar ante el alumnado infectado con el VIH y prevenir futuras infecciones a través de la intervención educativa, especialmente, entre los niños y adolescentes. De ahí la importancia no solo de la integración escolar de los niños seropositivos sino también de una atención educativa acorde con sus necesidades, sin olvidar la acción educativa orientada hacia la comunidad educativa. Para desarrollar esta tarea existen no pocos programas, que han de ser asumidos en el proyecto educativo de cada centro con el pleno compromiso de todos los miembros de la comunidad educativa. Porque la educación sobre el SIDA encuentra en la educación general el marco más adecuado para el desarrollo, del que no se puede prescindir sin pretender conseguir resultados positivos. (...)
  Las presiones surgen desde diferentes frentes, aunque las instituciones educativas no quieran o muestren reticencia implicarse en el problema. Por una parte, en los centros educativos podemos encontrar alumnos seropositivos, que reclama su derecho a una educación normalizada. Por otra parte, la sociedad y, de forma específica, los profesionales relacionados con la problemática del SIDA, piden al sistema educativo que se comprometa en la tarea que, en este momento, parece ser la más válida, la intervención educativa orientada a la prevención. Además, los propios alumnos o los padres, preocupados por un problema que está en la calle, en los medios de comunicación social, etc., también pueden cuestionar a las instituciones ante estas cuestiones que no son ajenas a la vida.
 Al mismo tiempo recordemos que la escuela no debe estar ajena a ninguna cuestión que aparezca en la sociedad, por compleja que ésta sea.(...) Pero en la práctica aparecen no pocas dificultades como puede ser la carencia de formación del profesorado o las reservas a desarrollar educación sexual como línea  transversal. En otras ocasiones, como cada centro tiene independencia en su aplicación y un curriculo saturado, se pasa superficialmente o se deja de lado la educación en esta materia (Baroja Benlliure, 2000).
 El sistema educativo no puede renunciar a las metas que le corresponde a su propia responsabilidad.
Los estereotipos existentes sobre el SIDA no facilita un trato normalizado y positivo de todo lo relacionado con esta enfermedad. Hoy hablamos de la escuela integradora, del derecho a la educación, de valores como tolerancia y respeto e integración...¿Qué implica esta filosofía en el caso de un/una niño/niña o adolescente seropositivo? Por supuesto silenciar el caso no es la respuesta más educativa. Conviene analizar el problema en toda su complejidad para poner en marcha actuaciones con los objetivos educativos planteados en la escuela. El SIDA, con todas sus consecuencias, se convierte en una llamada urgente a que la escuela asuma la transversalidad de la educación para la salud, porque lo importante es precisamente prevenir. Pero, como también pueden convivir en el mismo recinto escolar personas seropositivas, la responsabilidad  educativa se extiende a la atención a las necesidades educativas especiales relacionadas con el virus del SIDA. (...)
 El rechazo escolar con la infancia afectada con el VIH es una muestra clara de "enfermedad social". La incomprensión y el rechazo, alentado por los poderes públicos, lleva al abandono y marginación del alumnado seropositivo."




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