miércoles, 18 de septiembre de 2019

ENSEÑAMOS LIBERTAD

 Muchos jóvenes, niños y niñas van a sufrir durante el presente curso agresiones verbales o físicas relacionadas con la homofobia o la transfobia. Cuando esto suceda, Educación habrá fracasado en sus medidas preventivas.
Comienza un nuevo curso escolar y, transcurridos tres años desde la aprobación de la 'Ley 8/2016, de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales, y de políticas públicas contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género en la CARM', la consejería de Educación y Cultura aún no parece haber puesto mucho empeño en aplicar dicha normativa. Más allá de sugerencias enviadas a los centros educativos y algunas jornadas y cursos con colectivos LGTBI, creemos que la intervención de la Administración debería de ser más contundente. La formación es muy necesaria pero en ella suele participar, básicamente, el profesorado concienciado con la complejidad social existente. Sin embargo, nuestros colegios no solo deben esperar a unos cuantos valientes profesores que pongan en marcha lo aprendido en su formación (a la que la ideología de Vox catalogaría de actividad producto de la 'dictadura progre'). Se necesita un poco más de empeño 'prescriptivo' por parte de las autoridades competentes.
Muchos jóvenes, niños y niñas van a sufrir durante el presente curso agresiones verbales o físicas relacionadas con la homofobia o la transfobia. Cuando esto suceda, Educación habrá fracasado en sus medidas preventivas. Por otra parte, el profesorado y personal no docente LGTBI sigue bajo la espada de Damocles al ser estigmatizado socialmente en su trabajo con la infancia, cuestión que propicia la férrea 'armarización' del sector. Está claro que la Consejería debe actuar con mayor decisión y claridad sobre una cuestión que no solo afecta a unos colectivos minoritarios, sino, también, al conjunto de una sociedad a la que se le presupone democrática.
Un ejemplo de actuación preventiva sería modificar el Decreto 198/2014, de 5 de septiembre, en el que se desarrolla el currículo de Educación Primaria, agregando explícitamente conceptos como el de identidad y expresión de género, orientación sexual, diversidad familiar, homofobia, transfobia y bifobia. Es esencial visibilizar aspectos reales de la sociedad que, tarde o temprano, el alumnado conocerá y que el colegio debe mostrar desde la objetividad académica antes de que otros medios no reglados desvirtúen y desarrollen en el niño un juicio erróneo de la realidad.
La innovación tecnológica y el aprendizaje de los idiomas no son solo los nuevos retos a los que ha de enfrentarse la escuela del siglo XXI. La sexualidad y sus diferentes manifestaciones forman parte del desarrollo de la personalidad, afectando al individuo desde las primeras etapas de su vida y a su socialización. No sería, por tanto, competencia únicamente del ámbito de la libertad de las familias.
Silenciar esta realidad produce ignorancia en la población, ignorancia que genera prejuicios que llevan a la violencia contra determinadas personas, al no ajustarse a un rol determinado. La comunidad docente debería reaccionar al respecto con premura.
El alto porcentaje de abusos sexuales, maltrato a la pareja y bullying homofóbico y transfóbico en jóvenes, también sufrido por niñas y niños, se debe a una mala o nula educación emocional y social en el ámbito de la sexualidad. Nuestra labor como profesionales de la enseñanza implicaría integrar en la docencia los conocimientos de la diversidad en todos sus ámbitos para una formación en igualdad.
Pedimos a la Administración educativa que desarrolle, a través de los currículos, el apartado de medidas en el ámbito educativo de la Ley de Igualdad Social aprobada en mayo de 2016: «Se integrará la educación en valores de igualdad, diversidad y respeto desde la Educación Infantil hasta la enseñanza obligatoria, explicando la diversidad afectivo sexual desde las edades más tempranas, eliminando los estereotipos de 'normalidad' basados en la heterosexualidad como la única orientación sexual válida y admitida, haciendo comprensible para todos las diferencias entre identidad sexual, expresión de género y orientación sexual. Se fomentará la utilización en la escuela de recursos pedagógicos (juguetes, juegos, libros, material audiovisual), que fomenten la igualdad entre todas las personas con independencia de su identidad sexual, orientación sexual y su expresión de género».
En definitiva, desde la Federación de Enseñanza de CC OO exigimos el desarrollo y la aplicación de una normativa clara y rigurosa que abarque la cuestión de la diversidad sexual en todas las etapas formativas; que impida la discriminación de los Derechos Humanos tanto del alumnado como del personal docente y no docente LGTBI que forma parte de una comunidad educativa, sea pública, concertada o privada, y el conocimiento objetivo de esta realidad. Entendemos que la escuela debe trabajar la inclusión de las minorías sexuales y el rechazo a la homofobia, transfobia y bifobia abordándola desde una perspectiva transversal con la misma claridad con la que se aborda el racismo, la xenofobia, la desigualdad de género o la discriminación por discapacidad, cuestiones, éstas últimas, que sí se reflejan en la legislación educativa.
José Gracia Teruel (Publicado en La Opinión de Murcia - Foro Ciudadano 13-9-19)

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