Sin embargo, como
sabemos, la discriminación homófona o transfóbica es una cuestión cotidiana en
nuestra sociedad y, especialmente, en nuestras aulas, en las que el insulto más
utilizado es “maricón” y en el que la presencia de las chicas lesbianas y
chicos y chicas transexuales es prácticamente inexistente, siendo la
invisibilidad otra forma más de discriminación.
Tal y como recogen
Generelo y Pichardo (2006), aunque hay similitudes entre la homofobia y otras
formas de discriminación, también hay diferencias claras que exigen el
compromiso activo de los docentes, porque mientras que en una discriminación
racial, por ejemplo, el alumno o alumna cuenta con el apoyo de su entorno
familiar, en la homofobia y transfobia, la familia suele desaparecer como
elemento de apoyo, o incluso, el miedo a que lo sepan los padres se convierte
en el principal factor que obliga a guardar silencio ante el maltrato y la discriminación.
Señala Amnistía
Internacional que una de las principales armas utilizadas para llevar a cabo un
tipo de violencia es el propio ocultamiento y la negación de la existencia de
personas homosexuales y transexuales, así como la atribución de que las
relaciones homosexuales y sus modos de expresión son algo perverso y
vergonzoso. De este modo, desde el sistema educativo, que se presupone
consciente y defensor de la diversidad de su alumnado, se debe ofrecer a los
adolescentes LGTB modelos positivos y directos con los que pueda identificarse
en su proceso de desarrollo personal, que es justamente uno de los objetivos
básicos de la Educación Secundaria.,
el desarrollo integral y autónomo del alumnado.
La realidad homosexual es una constante tanto dentro como
fuera de las aulas y los profesionales de la educación tenemos la obligación de
informar y dar herramientas de análisis crítico acerca de la realidad que rodea
a nuestros adolescentes, con el objetivo
de convertirlos en ciudadanos que, a partir del conocimiento, sean
capaces de vivir e integrarse en una sociedad múltiple y cambiante.
Entendiendo a Guille y a Mina
Belén de la Rosa Rodríguez (Coord.)
Belén Molinuelo. Jesús Sevillano y Ana Castellón
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